Durmiendo en el infierno cada noche, saber que cuando yo despierte llevado del pánico, no estarás para calmar mi tristreza.
Tuviste que ser tú, febrero imprudente, que inoportúno y feróz un catorce ofreciste, inevitablemente una rosa para ti encontre, yo, sabiendo que no debo júnto a el, imprudente fuÃ.
Cómo no decearte, si frente al espejo, desnuda y mirandone, una sonrisa dejaste escapar
Uno, dos, tres y ese soy yo, tan ingenuo como uno y dos pero hermanos a la vez, más de tercero voy, como el mismo danño colateral, que por torpeza y suerte, contra el amor y la locura tropese, sin saber porque júntos caminamos y de la mano siempre estaremos.
Más, tarde comprendÃ, que el amor ciego es y capás de cometer cualquier locura.
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